Con Pedro Ibarra como abanderado, los deportistas argentinos fueron parte de la fiesta que concluyó la cita de los anillos.
Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 tuvieron su cierre en esta noche del domingo japonés con una ceremonia de clausura que, con sencillez, lució la riqueza cultural japonesa y envió un mensaje de agradecimiento al país por albergar el mayor espectáculo del deporte bajo condiciones de emergencia. Y la posta pasó a la próxima cita: París 2024.
El capitán del seleccionado argentino masculino de hockey sobre césped, Pedro Ibarra, portó hoy la bandera argentina en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
El histórico jugador de Los Leones, que anunció su retiro del seleccionado luego de competir en Tokio, encabezó la comitiva nacional que también contó con la presencia del equipo masculino de vóleibol, ganador de la medalla de bronce.
El último capítulo de la cita de los cinco anillos tuvo momentos de celebración y de reconocimiento a los 16 días de competencia entre los mejores deportistas del mundo, pero el espíritu de la despedida lo resumió con dos palabras Thomas Bach: “Lo hicimos”.
“Ustedes, el pueblo japonés, pueden estar extremadamente orgullosos de lo que han conseguido. En nombre de los deportistas, les decimos: ‘Gracias, Tokio. Gracias, Japón”, destacó el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) frente a las tribunas que la población local no pudo ocupar.
La ceremonia había iniciado con dos minutos de las imágenes más memorables de los 16 intensos días de competencias y, también, de innumerables restricciones para mantener a la pandemia alejada de los Juegos.
Sonrisas y lágrimas, esfuerzo y celebración, concentración y habilidad. Y estrellas, desde la velocista jamaicana Elaine Thompson-Herah hasta la saltadora venezolana Yulimar Rojas, pasando por la impactante puesta en escena de los astros de los nuevos deportes olímpicos como el skateboarding y la escalada.
Tras la protocolaria entrada de autoridades y banderas arrancó música de fiesta para abrir el desfile de los deportistas todavía presentes en estos Juegos, incluidas algunas nuevas figuras que alumbraron estos Juegos, como la gimnasta brasileña Rebeca Andrade y la atleta neerlandesa Sifan Hassan.
Acróbatas, skaters y malabaristas de la pelota y de la bicicleta divirtieron a los deportistas en el escenario montado en el centro del campo al estilo de uno de esos parques de Tokio que, en la era pandémica, los aficionados extranjeros no pudieron visitar.
Los deportistas eran aplaudidos por aficionados desde la gran pantalla cuando desde cada uno de ellos surgieron (solo para la transmisión televisiva) partículas de luz que se unieron en una gigantesca ola y formaron los anillos olímpicos, en un espectáculo visual que coronaba los Juegos más tecnológicos y “virtuales” de la historia.
La música japonesa, del sopranista Tomotaka Okamoto al DJ Matsunaga, pasando por jazz, funk y clásica, estuvo presente durante las dos horas de ceremonia aunque con menor protagonismo que en las clausuras de Londres 2012, con su festival de las mejores bandas británicas, o la exuberante samba con la que se despidió Río 2016.
El Japón tradicional estuvo representado con el tambor taiko, cuya atmósfera sustituyó al silencio para la parte de conmemoración, y una secuencia de danzas de cuatro distintas regiones que perviven de generación en generación.
El vestuario también tuvo un papel importante con tradicionales trajes, hakamas y kimonos, como el que lució la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.
Con el testigo entregado a París, una de las capitales de Europa, Tokio procedió a apagar la llama olímpica del pebetero y concluir la ceremonia dejando un mensaje en la pantalla: “Arigato” (Gracias).
El turno de París
Lejos de las restricciones japonesas, una fiesta popular con exhibición de breakdance frente a la Torre Eiffel y hasta un astronauta tocando acordes de La Marsellesa con un saxofón desde el espacio fueron parte del modo en que París lanzó un mensaje universal de esperanza y vitalidad ante la perspectiva de los próximos Juegos.
Estaba previsto que se desplegara una bandera gigante (90 metros de largo por 60 de ancho, para una superficie de 5.400 m2) con el logo de París 2024 sobre el máximo ícono, pero las condiciones meteorológicas hicieron que no pudiera realizarse en el momento y la imagen de la emblemática Dama de Hierro luciendo ante el mundo como un mástil de lujo fue virtual.
Todo ello acompañado de una exhibición aérea de la Patrulla de Francia alrededor del célebre monumento.
“Más rápido, más alto, más fuerte, juntos”: el nuevo lema olímpico, en labios del presidente, Emmanuel Macron, daba solemnidad en el vídeo, desde el último piso de esa Torre Eiffel, a la bienvenida de Francia a los que serán los terceros Juegos Olímpicos de su historia, después de los que el barón Pierre de Coubertin llevó a su país en 1990 y de los albergados en 1924.
La entrega de la bandera olímpica, recibida por la alcaldesa parisina, Anne Hidalgo, sirvió para levantar el telón de la parte de la ceremonia en la que París se presentó en un vídeo.
Fuente: Clarín.com/Deportes