Anécdotas que son historia
26/11/2021 Viral

Anécdotas que son historia

Baldomero Fernández Moreno y la Medicina, por Alejandro Karavokiris

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Desde sus años de estudiante de medicina su vida se escindía de forma problemática entre la carrera profesional convencional de medicina y la pación que ejercían las letras en su vida. Es un largo y angustiante dolor el saber que la profesión no es el oficio que el alma ha escogido, por eso la lucha y los desasosiegos y la perdida de la identidad. No sabemos si un poeta puede comportarse adecuadamente como médico y lo contrario, si la formalidad del médico está acorde con la acrobacia de la poesía. Sea como sea, transcribimos a continuación un párrafo que escribió B Fernández Moreno en su autobiografía “Vida y Memorias” en donde relata el curioso final de su carrera médica: “Una mañana feliz, en que a través de los ventanales entreabiertos se veía un jirón de cielo de un azul tierno y húmedo como recién salido de los pomos divinos, el jefe del servicio examinaba a una mujer ya anciana, pero robusta y sin nada de particular, al parecer. Observándola atentamente, y yo, a su lado, paseaba los ojos por la faz de la enferma: una cara grande, un poco montuosa, un poco asombrada, y de un tinte oliváceo. A mí me ocurría lo de siempre: que miraba al enfermo ahincadamente, pero solo con el cristal más externo de los ojos. Los ojos interiores estaban turbios, ciegos; la ruedita del pensamiento daba vueltas en otro sentido y esto sin poderlo remediar. Así que cuando el maestro, después de un silencio, interrogó bruscamente:
– ¿Qué le parece este caso? -, quedé paralizado por la pregunta, no supe que decir y esperé el diagnóstico magistral, que no tardó en llegar, bronco y grave, como si sonara desde el fondo mismo de las edades.
– Lepra.
La escasísima cantidad de médico que me quedaba se me cayó a los pies como un harapo descolorido y arrugado. ¡Cómo! ¿Yo, en aquella mañana que ya se revestía de una armadura de sol y de poderío, con mi salud y con mi hijo y con mis esperanzas, sobre todo, estaba ahí, tan próximo al contagio, a caerme a pedazos, a la reclusión y a la muerte? Me olvidé de la enfermedad, de su sintomatología, de su incubación, de todo. Pegué definitivamente un salto hacia atrás, fuera de la medicina, como quien escapa de una jaula de fieras”.
Baldomero deja la medicina en 1924 y muere como poeta en 1950.