En el marco del Día Mundial del Control de la Calidad del Agua, Miguel Santillán, director de la planta potabilizadora de Paraná, habló sobre el proceso de potabilización, la importancia del consumo responsable y el trabajo educativo que realizan con las escuelas.
Santillán recordó que la planta se puso en marcha como una necesidad urgente para la ciudad, ya que la anterior ya no podía responder a la demanda. Actualmente, el sistema combina tecnología de última generación con control humano permanente: “El proceso está monitoreado por sensores y programas informáticos, pero también es necesario el control de calidad humano y la certificación constante del agua que se distribuye”, explicó.
Uno de los puntos centrales es la concientización sobre el valor del recurso: “Existe la creencia de que el agua nunca va a faltar por tener el río cerca, pero el proceso de potabilización insume mucho en energía, químicos y dinero. Hay que cuidarla”, señaló.
La planta recibe visitas educativas de estudiantes desde primaria hasta nivel universitario, con charlas adaptadas a cada edad. A los más chicos se les enseña que el agua de red es segura, pero también que es responsabilidad de cada vecino mantener limpios los tanques domiciliarios.
Respecto a mitos como hervir el agua o agregar lavandina, Santillán aclaró que hervirla puede servir frente a la duda sobre bacterias, pero no elimina otros contaminantes: “No todo el agua se vuelve potable con estos métodos. La potabilización es un proceso complejo que garantiza un consumo seguro”.