El abogado Milton Urrutia cuestionó duramente a la Corte Suprema por declarar prescriptos los delitos del caso Ilarraz. “Los hechos existieron, pero eligieron aplicar la letra fría de la ley y no los tratados de derechos humanos”, aseguró.
En diálogo con Simplemente Inocentes, el abogado querellante Milton Urrutia expresó su profunda decepción por el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que declaró prescriptos los delitos de abuso sexual en el caso del exsacerdote Justo José Ilarraz, condenado en 2018 por abusos cometidos contra seminaristas menores de edad en Paraná.
“Fue una decepción más de la justicia”, afirmó Urrutia. “La Corte tenía todos los elementos para interpretar el caso desde los tratados internacionales de derechos humanos incorporados a la Constitución, pero eligieron priorizar la letra fría del Código Penal”, explicó. Y fue más allá: “Lo que hizo la Corte es un papelón que nos deja 100 casilleros atrás en materia de derechos humanos”.
El abogado repasó el largo camino judicial recorrido desde 2011, cuando comenzaron a salir a la luz los testimonios de las víctimas, y destacó la actuación del poder judicial entrerriano. “Los jueces de Entre Ríos hicieron lo que correspondía, interpretaron los tratados de derechos humanos, cuidaron a las víctimas, y lograron una sentencia ejemplar con una calidad técnica que da gusto leer”, reconoció. Entre los magistrados mencionó a los doctores Alejandro Grippo, Gisela Schumacher, Paola Firpo, Marcela Davite y Mónica Badano, entre otros.
Sin embargo, apuntó con dureza contra la Corte nacional: “Tuvieron 14 años para decir que esto estaba prescripto. En 2018 dijeron que se hiciera el juicio, pero ahora cambian de opinión. Mientras tanto, revictimizaron a los sobrevivientes. No les importó. En otros casos resuelven en tres semanas. ¿Cuál es el criterio?”.
Urrutia también advirtió sobre la necesidad de una profunda reforma judicial en el país: “La Corte Suprema está muy politizada. Deberían estar los más impolutos, no jueces puestos por amistad o conveniencia. Hoy no se le puede pedir explicaciones a Rosatti o a Rosenkrantz. Están en un pedestal”. Como ejemplo de lo que considera un sistema más justo, citó a México y Bolivia, donde los delitos de abuso son imprescriptibles y hay mecanismos de rendición de cuentas más directos.
En un momento clave de la entrevista, fue categórico: “No quedaron dudas de que los hechos existieron. Ilarraz lo reconoció ante su superior, el cardenal Karlic, y luego también en la Santa Sede. Lo que hizo el Papa Francisco fue la única verdadera condena: lo expulsó del sacerdocio. Fue el único que hizo justicia”.
Para Urrutia, el caso Ilarraz representa mucho más que un expediente cerrado: “Es una bisagra para discutir cómo debe actuar la justicia. Si se aplica sin humanidad, sin contexto, mejor pongamos inteligencia artificial. Pero no nos olvidemos: los jueces deben interpretar, involucrarse, mirar a las víctimas”.
Antes de finalizar, dejó una reflexión esperanzadora: “Hoy están estos jueces, pero mañana pueden venir otros. La doctrina cambia. No hay que perder la esperanza. Lo que hoy prescribió, mañana puede ser considerado imprescriptible. Hay que seguir luchando por una justicia más humana, más justa y más comprometida con los derechos humanos”.