Ayer se realizaron las elecciones presidenciales en Nicaragua. En las últimas horas el Consejo Supremo Electoral anunció que, con casi el 50% de las mesas escrutadas, el partido del actual presidente, Daniel Ortega, fue votado por el 74,99% de los votos. Sin embargo, de acuerdo con el observatorio de urnas abiertas, el 81,5% de los nicaragüenses no asistieron a emitir su voto, marcando así la participación electoral más baja en la historia del país centroamericano.

En los últimos meses, los comicios estuvieron marcados por la ausencia de los candidatos opositores que fueron arrestados previo a las elecciones. El primer mandatario nacional de Estados Unidos, Joe Biden, calificó la situación de “pantomima que no fue ni libre, justa y desde luego no democrática”. En la misma línea, el representante de Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, consideró que la elección carece de “legitimidad” y completan la conversión del país en un “régimen autocrático. Al rechazo, se suman los países de Chile, Colombia, Costa Rica y la Organización de los Estados Americanos (OEA). En esta misma línea, los allegados de los candidatos opositores privados de su libertad sostuvieron que la votación fue “una farsa electoral para legitimar una dictadura”.

Por su parte, Ortega expresó: “Estamos realizando estas elecciones (…) donde hay que decidirse por el terrorismo, la confrontación, la guerra o la paz”. El mandatario electo fue duramente criticado por haber derogado el artículo 147 de la Constitución Nacional que prohibía la elección continua. Ésta sería la cuarta presidencia ininterrumpida del representante del Frente Sandinista de Liberación Nacional quien se encuentra en el poder desde 2007.