En Bolivia, el reconocido analista político Daniel Valverde compartió sus reflexiones sobre la situación política del país andino
En diálogo con La Cúpula, Daniel Valverde reveló detalles interesantes sobre la figura de Evo Morales y la actualidad política en Bolivia. Valverde describió a Morales como un fenómeno político, resaltando su constante actividad política y su capacidad para conectar con diversos sectores.
Según Valverde, Evo Morales, al igual que otros líderes como Lula da Silva, emergió desde la base, generando empatía con el pueblo, pero al mismo tiempo estableciendo vínculos con el poder económico. Señaló que “Morales ha sido pragmático, tejiendo alianzas con sectores empresariales en momentos clave de su mandato”.
El analista político dividió la trayectoria de Evo Morales en tres etapas: el ascenso inicial aprovechando el descontento popular, un periodo pragmático de alianzas económicas, y una fase más reciente marcada por la polarización y el desgaste político. Destacó el intento de Morales de ser reelegido, a pesar de la derrota en un referéndum y la oposición a su candidatura.
Sobre las próximas elecciones en 2025, Valverde señaló que, “si bien en política nunca se puede descartar nada, el sistema político en Bolivia muestra signos de descomposición y desgaste. Evo Morales enfrenta divisiones internas en su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), lo que complica su posición frente al actual presidente Arce Catacora”.
Valverde planteó la posibilidad de que las elecciones giren en torno a dos agendas principales: la inclusión, que Morales buscará representar, y la estabilidad económica, defendida por el actual presidente. En medio de esta situación, la inestabilidad política en América Latina fue abordada, destacando la falta de estabilidad en países como Perú, Brasil, Argentina, y la región en general.
El analista concluyó mencionando la necesidad de aprender de países como Uruguay, que han logrado mantener políticas de Estado estables, independientemente del signo político de turno. Expresó su preocupación por la falta de una cultura política democrática en la región, señalando la necesidad de superar las diferencias ideológicas para construir una estabilidad política duradera.