“Nosotros no queríamos tomar el poder; queríamos cambiar la vida”, dijo alguna vez el Indio Solari, cantante de una de las bandas más importantes —sino la más—
En las entrañas del Pasaje Rodrigo, Skay comandaba como podía los ensayos y grabaciones. Beto Verne en guitarra, Pepe Fenton en bajo, Bernardo Rubaja en piano y los hermanos Ricky (violín) y Basilio Rodrigo (guitarra) eran parte de un elenco nunca estable. El objetivo era interpretar musicalmente los climas oníricos de los relatos del Indio y Guillermo. Primero sonorizaron las películas y después hicieron la música. Una vez concluido el trabajo, quedó montado un estudio de una calidad considerable. Los chicos se quedaban tocando, sacando temas ajenos, garabateando temas propios.
Las canciones salían como consecuencia del relajo de las jam. Entre bases y punteos sin destino más que el de producir una música de clara impronta progresiva y psicodélica, se colaba alguna melodía, algún estribillo, se definía una estructura cercana a la canción. Muchos esqueletos de esas canciones se perdieron irremediablemente, otros apenas nutrieron los primeros conciertos y un pequeño porcentaje sobrevive en la discografía oficial de los Redonditos. El Indio aparecía poco. Dentro de la falta de organicidad, emergía con nitidez el liderazgo de Skay. Era el único que proponía que las ideas llegaran a un puerto musical. Su célebre silbato para darle paso a intervenciones de solos era el perfecto símbolo de la autoridad de su rol.
Fueron los años en que Patricio Rey blindó su ideología y paulatinamente puso en marcha, logro a logro, la configuración definitiva en banda de rock and roll. La necesidad de producir música incidental para las exploraciones audiovisuales del Indio y Guillermo Beilinson fue el primer paso hacia una vaga idea de profesionalismo. A grandes rasgos, y con la perspectiva del tiempo, esta etapa operó como un filtro: solo seguirían adelante los que estaban convencidos de que este “rejuntado de drogones” tenía una dirección, una meta. Podía haber futuro. La intención era conformar una banda que con criterios propios, alternativos, lograra evitar la fugacidad de tantos otros grupos de pop y rock. Faltaba para que se solidificara la mesa chica de la célebre dupla de tres formada por Indio Solari, Skay Beilinson y Poli Castro.